s ahuecado a fuerza de hierro y de fuego.
Navegando por el Rio Blanco y el Rio Itonama, y atravesando sobre una
canoa llanos inundados, hasta llegar al Rio Machupo, pude visitar
sucesivamente Concepcion, Magdalena, San-Ramon y San-Joaquin, restos del
esplendor pasado de los jesuitas.
Cerca del ultimo punto encontre unas minas de hierro, las que abrazando
un espacio de dos leguas, han sido colocadas por la naturaleza como
para facilitar su laboreo y dar vida a aquellas regiones, no lejos del
rio, e inmediatas a grandisimos bosques.
Baje por el Machupo hasta el Itonama, su confluente, y desemboque luego
en el Guapore o Itenes, por el cual suben los Brasileros desde el Rio de
las Amazonas hasta Mato-Groso, llevando en sus _gariteas_ las mercancias
procedentes de Europa. Encontre efectivamente dos de esas barcas en el
_Forte-do-principe-de-Beira,_ donde hay una guarnicion brasilera. Tiene
el Guapore en este punto mas de media legua de ancho; sus aguas corren
magestuosamente en medio de bellas margenes y por entre islas
guarnecidas de arboles muy pintorescos. Descendiendo por el, yo
comparaba mentalmente esos desiertos, hoy dia tristes y silenciosos, con
lo que llegaran a ser cuando una poblacion industriosa venga a animarlos
y a sacar un provecho de sus dones, y cuando el comercio con los
Europeos, puesto en plena actividad, cubra esas aguas de barcos de vapor
destinados a llevarles la abundancia y la vida intelectual.
Llegue finalmente a la confluencia de los rios Guapore y Mamore, y
colocado en la punta misma del angulo formado por la reunion de los dos
mas grandes rios de aquellas regiones, yo abrazaba de una sola ojeada
las corrientes de uno y otro. Existe entre ambos el mas prodigioso
contraste. A un lado, presenta el Guapore el simbolo de la quietud:
bosques sombrios se extienden hasta el borde de sus cristalinas aguas,
las que corren con lentitud y magestad: al otro, me ofrecia el Mamore la
imagen del caos y de la instabilidad de las cosas. Sus rojas aguas,
sumamente agitadas, arrastraban, borbollando, innumerables trozos de
vegetacion, y hasta troncos gigantescos, arrancados violentamente a los
ribazos por la corriente. Nada hay estable sobre su paso. Si una de sus
riberas esta cubierta de terromoteros casi desnudos de vegetacion, y en
donde crecen algunas plantas anuales, la otra, pertrechada de barrancas
arenosas, se desmorona de tiempo en tiempo minada constantemente por las
aguas, arrastrando en su caida
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