tantisimos
millares de pesos, sin que haya esto mejorado la condicion de los pobres
indigenas, instrumentos indispensables de esos penosisimos laboreos. En
la cumbre de este cerro, me halle ochenta varas mas arriba del nivel del
Monte-Blanco.
Despues de haber escrupulosamente examinado los alrededores de Potosi,
me dirigi a Taropaya, a Yocalla, y a la garganta de Tolapalca: en
seguida baje al profundo valle de Ancacato, que desemboca en el Lago de
Pansa, y continuando por el valle de Condor-Apacheta, me encontre en
unas llanuras espaciosas que me condujeron hasta Oruro, la segunda
Potosi, cuyas minas, ricas tambien en otro tiempo, cesaron mas pronto de
producir sus tesoros. La ciudad, bien decaida al presente, no suministra
ya sino metales de estano, o algun poco de oro arrancado, diremos asi, a
sus vecinas montanas.
Me encontre de nuevo sobre el llano Boliviano, la parte mas poblada de
aquellos parages. Alli es en donde el cultivo de las papas, por una
parte, y la cria de las llamas y de las alpacas por otra, han sido los
elementos de esa gran sociedad, que dominada por los Incas, civilizo a
todos los pueblos montaraces. En un viage que hice a la provincia de
Carangas, vi por todas partes, en medio de unas colinas paralelas,
abundantes en minas de cobre, los vestigios de la poblacion antigua:
jamas habia yo encontrado tantas _pucaras_ (antiguas fortalezas), y
tantos grupos de tumbas (_chulpas_) todavia en pie. Note sobre todo las
inmediatas al Crucero, cerca de Totora, y las de _Pataca-Chulpa_ (las
cien tumbas) cerca de Huaillamarca.
De regreso a Oruro, continue mi exploracion por el llano, y me encamine
por Caracollo, Sicasica y Calamarca hasta La Paz, de donde pase a
visitar Tiaguanaco, tan celebre por sus ruinas. Alli he visto edificios
inmensos que testifican una civilizacion tal vez mas adelantada que la
de los Incas, y que ciertamente debe serle anterior. Estos monumentos
son notables, sobre todo, por las enormes dimensiones de los pedruscos
tallados de que se compone su fabrica. En medio de una vasta llanura,
donde se eleva un tumulo a mas de cuarenta varas, se ven, rodeados de
pilastras colosales, los restos de algunos templos cuadrados mirando
hacia el oriente, que tienen como ciento ochenta varas de frente a cada
lado, y cuyos porticos estan cubiertos de bajos relieves chatos
representando el sol, y el condor su mensagero: se advierten tambien
alli, todavia, algunos fragmentos de estatuas gigantescas. T
|