que por
el Chapare, y a mas, habia yo descubierto un transito no tan arriesgado
como el de Palta-Cueva. Mis votos, en esta ocasion, se veian tambien
cumplidos; y me era permitido ofrecer al gobierno de Bolivia, en la
delineacion de una nueva via para sus transaciones comerciales, un
presente digno de sus beneficios; sin creerme por esto exento de la
imprescriptible obligacion de conservarle mi eterno reconocimiento.
Terminadas pues mis investigaciones en la provincia de Moxos, me
embarque nuevamente y volvi a subir por el Mamore hasta su confluencia
con el rio Sara, y en seguida por este hasta su reunion con el rio
Piray, el cual me condujo, al cabo de una molesta navegacion de quince
dias, al puerto de los Cuatro-Ojos, situado a treita leguas de
Santa-Cruz-de-la-Sierra. El 17 de noviembre de 1832, a los cincuenta
dias de permanencia en esta ciudad hospitalaria, me separe de ella
penetrado de reconocimiento por los muchos favores de que sus
habitantes me habian colmado. Dirigime de nuevo a las montanas, y
trepando hasta Samaypata me encamine a Chuquisaca, que distaba ciento
catorce leguas. Visite de paso las bellas comarcas de Valle Grande,
donde terminan los ultimos ramales de la cordillera oriental, y baje
luego hacia el Rio Grande, que recibe todas las aguas de las provincias
de Cochabamba, Mizque, Arque, Chayanta, y de una parte de las de la
Laguna y de Yamparaes en los departamentos de Cochabamba, de Potosi y de
Chuquisaca. Atravesando las montanas y los fertiles valles de las
provincias de la Laguna y de Yamparaes, y pasando sucesivamente por el
Pescado, por Tomina, Tacopaya, Tarabuco y Yamparaes, llegue finalmente a
la capital de Bolivia, antiguo asiento de la audiencia de Charcas, hoy
dia residencia de una corte suprema y de una universidad. La ilustrada
ciudad de Chuquisaca o La-Plata, circundada de montanas y de campos
cultivados, ofrece enteramente la misma temperatura de la Provenza, en
Francia, y podria producir los mismos frutos.
Dejando esta ciudad, atravese el Cachimayo y el Pilcomayo, y bien pronto
elevandome cada vez mas sobre las montanas llegue a Potosi, ciudad de
riqueza proverbial; la que por el producto extraordinario de sus minas
de plata, ha dado a la Espana una parte del lustre de que esta ha gozado
durante los ultimos siglos. Admire en ella sus grandes lagunas
artificiales, sus numerosos ingenios, su casa de moneda, y trepe luego
sobre su cerro cribado de boca minas, de las que han salido
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