decir monton
cerrado de arboles.]
Aumentandose las persecuciones de dia en dia, y cada vez con mas rigor,
un indigena llamado Jose Pacha, que era uno de los mas comprometidos,
propuso a veinte o treinta familias el abandonar sus moradas para ir a
buscar la quietud en lo mas escondido de las selvas. Esta poblacion
emigrante se alejo pues, conducida por Pacha, en busca de un recinto
donde no pudiese llegar a ser descubierta; y habiendo traspasado los
desiertos, finalmente se detuvo en una hondonada, a la que dio el nombre
de _Irimo:_ en este lugar, situado como doce o catorce leguas al este de
Aten, permanecieron estos indios mas de siete anos sin que se les
pudiese descubrir. Como el cauto Pacha habia tenido gran cuidado de que
se tomasen todas las medidas necesarias, nada le faltaba a la nueva
colonia. Para poder vestirse plantaron algodon, y mientras que se
ocupaban los hombres en la caza y en labrar las tierras, las mujeres
tejian y cuidaban de las faenas caseras. Pacha, que se constituyo jefe
de la colonia, establecio una policia interior muy severa, distribuyendo
los empleos segun la edad y los sexos; y todos los trabajos se hacian en
comun, alternandose de modo que los que un dia se ocupaban del cultivo,
al siguiente iban a la caza, y vice versa; asi es que todos los
productos se repartian por igual, como si no hubiese mas que una sola
familia.
Para no renunciar a la religion catolica, los moradores de esta pequena
republica construyeron una capilla, colocando en ella algunas imagenes
de santos, que hablan tenido cuidado de traer tambien consigo en su
emigracion. Pacha, investido ya de los poderes civiles, quiso reunir a
ellos el desempeno de las funciones religiosas: el era quien bautizaba,
quien santificaba los matrimonios y enterraba los muertos, siendo a la
vez el cura, el juez y el legislador de su colonia. Entre las medidas
rigurosas tomadas por el, para no ser descubiertos, habia dictado una
ley, la cual mandaba que fueran enterrados vivos todos aquellos que,
bajo cualquier pretesto, llegasen a ponerse en contacto con los
habitantes de Aten; asi es que pudieron vivir ignorados por tan largo
tiempo, sin que nadie fuese tan imprudente y audaz para quebrantar una
ley de esta naturaleza, y cuya infraccion traia en pos tan horribles
consecuencias. Hubo, sin embargo, una circunstancia que vino a ponerlos
al cabo en descubierto.
Acontecio que una muchacha de trece anos de edad, hija de un Manuel
Cito, cuya
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