rras, donde venian
a refcebirnos de mui lexos de alli, i nos refcibieron como los pafados;
i dieron tanta hacienda a los que con nofotros venian, que por no
poderla llevar, dexaron la mitad; i diximos a los Indios que lo havian
dado, que lo tornafen a tomar, i lo llevafen, porque no quedafe alli
perdido: i refpondieron, que en ninguna manera lo harian, porque no era
fu coftumbre, defpues de haver vna vez ofrefcido, tornarlo a tomar; i
afi, no lo teniendo en nada, lo dexaron todo perder. A eftos diximos,
que queriamos ir a la puefta del Sol, i ellos refpondieronnos, que por
alli eftaba la Gente mui lexos; i nofotros les mandabamos, que embiafen
a hacerles faber, como nofotros ibamos alla, i de efto fe efcufaron lo
mejor que ellos podian, porque ellos eran fus enemigos, i no querian que
fuefemos a ellos, mas no ofaron hacer otra cofa; i afi embiaron dos
Mugeres, vna fuia, i otra que ellos tenian captiva; i embiaron eftas,
porque las Mugeres pueden contratar, aunque aia Guerra, i nofotros las
feguimos, i paramos en vn Lugar, donde eftaba concertado que las
efperafemos, mas ellas tardaron cinco Dias: i los Indios decian, que no
debian de hallar Gente. Diximosles, que nos llevafen acia el Norte:
refpondieron de la mifma manera, diciendo, que por alli no havia Gente,
fino mui lexos, i que no havia que comer, ni fe hallaba Agua; i con todo
efto nofotros porfiamos, i diximos, que por alli queriamos ir, i ellos
todavia fe efcufaban de la mejor manera que podian, i por efto nos
enojamos, i Yo me fali vna noche a dormir en el Campo, apartado de
ellos; mas luego fueron donde Yo eftaba, i toda la noche eftuvieron fin
dormir, i con mucho miedo, i hablandome, i diciendome quan atemoricados
eftaban, rogandonos, que no eftuviefemos mas enojados; i que aunque
ellos fupiefen morir en el camino, nos llevarian por donde nofotros
quifiefemos ir, i como nofotros todavia fingiamos eftar enojados; i
porque fu miedo no fe quitafe, fufcedio vna cofa eftrana, i fue, que
efte dia mefmo adolefcieron muchos de ellos; i otro dia figuiente
murieron ocho Hombres. Por toda la Tierra, donde efto fe fupo, hovieron
tanto miedo de nofotros, que parefcia en vernos, que de temor havian de
morir. Rogaronnos, que no eftuviefemos enojados, ni quifiefemos que mas
de ellos muriefen; i tenian por mui cierto, que nofotros los matabamos
con folamente quererlo: i a la verdad, nofotros refcebiamos tanta pena
de efto, que no podia fer maior; porque allende de ver los que m
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