en apenas tendria treinta y seis anos de edad cuando ensenaba la
lengua de Ciceron a los dos pimpollos lozanos del glorioso y antiguo
tronco de los Lopez de Mendoza bermejinos.
Mientras que el apacible D. Jose se quedaba en casa estudiando, o iba al
convento a ayudar a misa, o empleaba su tiempo en otras tareas
tranquilas, D. Fadrique solia escaparse y promover mil alborotos en el
pueblo.
Como segundon de la casa, D. Fadrique estaba condenado a vestirse de lo
que se quedaba estrecho o corto para su hermano, el cual, a su vez,
solia vestirse de los desechos de su padre. La chacha Victoria hacia
estos arreglos y traspasos. Ya hemos hablado de la casaca y de la chupa
encarnadas, que vinieron a ser memorables por el lance del bolero; pero
mucho antes habia heredado D. Fadrique una capa, que se hizo mas
famosa, y que habia servido sucesivamente a D. Diego y a D. Jose. La
capa era blanca, y cuando cayo en poder de D. Fadrique recibio el nombre
de la capa-paloma.
La capa-paloma parecia que habia dado alas al chico, quien se hizo mas
inquieto y diabolico desde que la poseyo. D. Fadrique, cabeza de motin y
de bando entre los muchachos mas desatinados del pueblo, se diria que
llevaba la capa-paloma como un estandarte, como un signo que todos
seguian, como un penacho blanco de Enrique IV.
No era muy numeroso el bando de D. Fadrique, no por falta de simpatias,
sino porque el elegia a sus parciales y secuaces haciendo pruebas
analogas a las que hizo Gedeon para elegir o desechar a sus soldados. De
esta suerte logro D. Fadrique tener unos cincuenta o sesenta que le
seguian, tan atrevidos y devotos a su persona, que cada uno valia por
diez.
Se formo un partido contrario, capitaneado por D. Casimirito, hijo del
hidalgo mas rico del lugar. Este partido era de mas gente; pero, asi por
las prendas personales del capitan, como por el valor y decision de los
soldados, quedaba siempre muy inferior a los fadriquenos.
Varias veces llegaron a las manos ambos bandos, ya a punadas y luchando
a brazo partido, ya en pedreas, de que era teatro un llanete que esta
por bajo de un sitio llamado el Retamal.
Siempre que habia un lance de estos, D. Fadrique era el primero en
acudir al lugar del peligro; pero es lo cierto que no bien corria la voz
de que _la capa-paloma iba por el Retamal abajo_, las calles y las
plazuelas se despoblaban de los mas belicosos chiquillos, y todos
acudian en busca del capitan idolatrado.
La victoria, en toda
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