a pedido para el
festin, y que ella ansiaba que le sirviesen, a fin de darle gusto en
todo. El vocablo, para ella inaudito, con que su sobrino habia
significado la cosa que deseaba, casi se le habia borrado de la mente.
Por ultimo, consultando el caso con Rafaela, y haciendo un esfuerzo de
memoria, vino a recomponer el vocablo y a declarar que lo que su sobrino
habia pedido era _economia_.
--?Que es eso, Rafaela? --pregunto a su fiel criada.
Y Rafaela contesto:
--Senora, ?que ha de ser? i_Ajorro_!
No le hubo, sin embargo. La chacha Ramoncica echo aquel dia el bodegon
por la ventana.
Al siguiente le toco lucirse al Comendador, y a pesar de toda su
filosofia gozo en el alma de que sus deudos y paisanos viesen
maravillados su vajilla de porcelana, su plata y los demas objetos raros
o bellos que de sus viajes habia traido, y que habia mandado por delante
de el con su criado de mas confianza. Hasta la extrana fisonomia de
este, que era un indio, pasmo a los bermejinos, con deleite y
satisfaccion de D. Fadrique. Tuvo ademas un placer indescriptible en
contar sus aventuras y en hacer descripciones de paises remotos, de
costumbres peregrinas y de casos singulares que habia visto o en los que
habia tomado parte.
Nada de esto debe movernos a rebajar el concepto que del Comendador
tenemos. Por mas que parezca pueril, tal vanidad es mas comun de lo que
se cree. ?A quien no le agrada, cuando vuelve al lugar de su nacimiento,
darse cierto tono, sin ofender a nadie, manifestando cuan importante
papel ha hecho en el mundo?
Gente hay que no espera para esto a ir a su lugar. Nacido en uno muy
pequeno de Andalucia tuve yo cierto amigo que, como llegase a ser
personaje de gran suposicion y de muchas campanillas, cifraba su mayor
deleite en mandar a su pueblo todos los anos un ejemplar de la _Guia de
forasteros_, con registro en las varias paginas en que estaba estampado
su nombre. Un ano fue la _Guia_ con ocho registros, y el pasmo de los
lugarenos, participado por carta a mi amigo, le dio un contento que
casi rayaba en beatitud o bienaventuranza.
No es menor el gusto que se tiene en contar lances y sucesos y en
describir prodigios. De aqui sin duda el refran: _de luengas vias,
luengas mentiras_. Baste, pues, decir, en elogio de D. Fadrique, que el
refran no rezo con el nunca, porque era la veracidad en persona. Lo que
no aseguraremos es que fuese siempre creido en cuanto refirio. Los
lugarenos son maliciosos y desconfia
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