nuestros amores se compuso de una serie de
peloteras diarias. Aquellos amores fueron pesadilla, y no deleite. Ella
era muy devota, habia sido una santa y seguia en opinion de tal, porque
procedimos siempre con cautela y recato. Sin embargo, en el fondo de su
atribulada conciencia, en lo profundo de su mente, orgullosa y fanatica
a la vez, sentia vergueenza de haber humillado ante mi su soberbia y de
haberse rendido a mi voluntad, y tenia miedo y horror de haber dejado
por mi el buen camino, ofendiendo a Dios y faltando a sus deberes. Todo
esto, sin darse ella mucha cuenta de lo que hacia, me lo queria hacer
pagar, considerandome en extremo culpado. Lo que yo tuve que aguantar
no tiene nombre. Creame V., P. Jacinto, en el pecado lleve la
penitencia. Asi es que me harte de amores serios para anos, y me dedique
desde entonces a los ligeros. ?Para que atormentarse en un asunto que
debe ser todo de amenidad, regocijo y alegria?
Quizas por esta razon, y no porque apenas se de _in rerum natura_, no
alcance nunca el amor de una chacha Victoria joven. Si le hubiera
alcanzado, poco tierno soy de corazon, pero no lo dude V., hubiera
muerto bendiciendola, como murio el cadete, o hubiera conquistado por
ella y para ella, no el grado de capitan, sino el mundo.
En fin, ya paso la mocedad, y no hay que pensar en novelerias.
Yo estoy desenganado y aburrido, si bien con desengano apacible y suave
aburrimiento.
Se me acabo la ambicion; no siento apetito de gloria; no aspiro a ser
del vano dedo senalado; tengo mas bienes de fortuna de los que necesito;
estoy sediento de reposo, de obscuridad y de calma, y por todo esto me
retiro a Villabermeja; pero no para hacer penitencia, sino para darme
una vida regalada, tranquila, llena de orden y bienestar, cuidandome
mucho y viendo lo que dura un Comendador Mendoza bien conservado. Hasta
ahora lo estoy. No parece que tengo cincuenta anos, sino menos de
cuarenta. Ni una cana. Ni una arruga. Todavia me llaman senorito, y no
senor, y no faltan hembras de garbo que me califiquen de real mozo,
ofendiendo mi modestia.
Mi mayor desengano ha sido en mis ideas y doctrinas, si bien no ha sido
bastante para hacerme variar.
Dios me perdone si me equivoco a fuerza de creerle bueno. Yo, creyendo
en el y figurandomele como persona, tengo que figurarmele todo lo bueno
que concibo que una persona puede ser. Por consiguiente, no completando
mi concepto de su bondad la gloria de la otra vida por inmensa q
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