c-Amaru. En la
mente imparcial y filosofica del bermejino se presentaba como un
contrasentido espantoso el que su Gobierno tratase de ahogar en sangre
aquella rebelion, al mismo tiempo que estaba auxiliando la de Washington
y sus parciales contra los ingleses; pero D. Fadrique, murmurando y
censurando, sirvio con energia a su Gobierno, y contribuyo bastante a la
pacificacion del Peru.
Don Fadrique acompano a Areche en su marcha al Cuzco, y desde alli,
mandando una de las seis columnas en que dividio sus fuerzas el general
Valle, siguio la campana contra los indios, tomando gloriosa parte en
muchas refriegas, sufriendo con firmeza las privaciones, las lluvias y
los frios en escabrosas alturas a la falda de los Andes, y no parando
hasta que Tupac-Amaru quedo vencido y cayo prisionero.
Don Fadrique, con grande horror y disgusto, fue testigo ocular de los
tremendos castigos que hizo nuestro Gobierno en los rebeldes. Pensaba el
que las crueldades e infamias cometidas por los indios no justificaban
las de un Gobierno culto y europeo. Era bajar al nivel de aquella gente
semisalvaje. Asi es que casi se arrepintio de haber contribuido al
triunfo cuando vio en la plaza del Cuzco morir a Tupac-Amaru, despues de
un brutal martirio, que parecia invencion de fieras y no de seres
humanos.
Tupac-Amaru tuvo que presenciar la muerte de su mujer, de un hijo suyo
y de otros deudos y amigos: a otro hijo suyo de diez anos le condenaron
a ver aquellos barbaros suplicios de su padre y de su madre, y a el
mismo le cortaron la lengua y le ataron luego por los cuatro remos a
otros tantos caballos para que, saliendo a escape, le hiciesen pedazos.
Los caballos, aunque espoleados duramente por los que los montaban, no
tuvieron fuerza bastante para descuartizar al indio, y a este,
descoyuntado, despues de tirar de el un rato en distintas direcciones,
tuvieron que desatarle de los caballos y cortarle la cabeza.
A pesar de su optimismo, de su genio alegre y de su aficion a tomar
muchos sucesos por el lado comico, D. Fadrique, no pudiendo hallar nada
comico en aquel suceso, cayo enfermo con fiebre y se desanimo mucho en
su aficion a la carrera militar.
Desde entonces se declaro mas en el la mania de ser filantropo, especie
de secularizacion de la caridad, que empezo a estar muy en moda en el
siglo pasado.
La impiedad precoz de D. Fadrique vino a fundarse en razones y en
discursos con el andar del tiempo y con la lectura de los malos libros
|