costandonos al
sol, sonando en la libertad, el sendero tortuoso que bordea el margen y
que nosotros seguimos con paso lento contemplando el curso del agua, la
arista de la piedra desde la cual el agua unida en apretado haz se
precipita en cascada o se deshace en espuma; he ahi lo que en nuestro
recuerdo es el arroyo, casi con toda su infinita y compleja naturaleza,
puesto que lo restante se pierde en las obscuridades de lo inconcebible.
La fuente, el punto donde el chorro de agua, oculto hasta alli, se
manifiesta repentinamente, es el paraje encantador hacia el cual nos
sentimos invenciblemente atraidos; que esta parezca adormecida en un
prado como simple balsa entre los juncos, que salga a borbotones de la
arena arrastrando laminitas de cuarzo o de mica, que suben y bajan
arremolinandose en un torbellino sin fin, que brote modestamente entre
dos piedras, a la sombra discreta de los grandes arboles, o bien que
salga con estrepito de una abertura de la roca ?como no sentirse
fascinado por el agua que acaba de salir de la obscuridad y tan
alegremente refleja la luz? Gozando nosotros del espectaculo encantador
que el manantial nos ofrece, nos es facil comprender por que los arabes,
los espanoles, los campesinos de los Pirineos y otros muchos hombres de
todas las razas y de todos los climas han creido ver en las fuentes
"ojos" de seres encerrados en las tenebrosas entranas de las rocas, con
los cuales contemplan el espacio y la verdura. Libre de la carcel que la
aprisionaba, la ninfa alegre mira el cielo azul, los arboles, las
hierbas, las canas que se balancean; refleja la inmensa naturaleza en el
hermoso zafiro de sus aguas, y, sugestionados por sus limpidas miradas,
nos sentimos poseidos de misteriosa ternura.
La transparencia de las fuentes fue en todo tiempo el simbolo de la
pureza moral; en la poesia de todos los pueblos, la inocencia se compara
con el agua cristalina de las fuentes, y el recuerdo de esta imagen,
transmitido de siglo en siglo, se ha convertido para nosotros en
atractivo.
No cabe duda que esta agua se enturbiara mas lejos; pasara por rocas que
le dejaran materias impuras y arrastrara vegetales en putrefaccion; se
escurrira por sucias tierras y se cargara de inmundancias por los
animales y los hombres; pero aqui, en su balsa de piedra O en su cuna de
juncos, es tan pura, tan luminosa, que parece aire condensado: los
reflejos movibles de la superficie, los repentinos borbotones, los
circulos concen
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