bliteran,
pero otras, despues de haber roto las paredes que las retenian, se
desprenden de los altos lagos desplegandose en ligeras velas o se lanzan
en compactas masas sobre las faldas de los montes.
CAPITULO IX
#Las sinuosidades y los remolinos#
Puesto que desde la cumbre del monte hasta la llanura baja, el suelo
removido por las aguas durante el curso de las edades se inclina en
pendiente regular hacia el oceano, el arroyo, empujado por su peso,
debia, al parecer, descender en linea recta; pero, por el contrario, su
curso es una sucesion de curvas. La linea recta es una pura abstraccion
del espiritu, otra quimera como el punto matematico, que no existe mas
que para los geometras. En la inmensidad del espacio, el sol y los
cometas ruedan en curvas inmensas; en nuestro globo planetario,
arrastrado como los demas en una espiral de elipses infinitas, los
huracanes, las trombas, los aires, el mas insignificante cefiro, se
propagan en lineas curvas; las aguas del mar se pliegan y desarrollan,
en curvadas olas; todas las formas organicas, animales y plantas, no
ofrecen en sus celulas y cavidades mas que superficies curvas y
sinuosidades; hasta los duros cristales, mirados con el microscopio, no
tienen esos planos regulares, esas aristas inflexibles que aparecen a
simple vista. Los dientes, las agujas, las estrias de los minerales y de
los organismos infinitamente pequenos, revelan, bajo la mirada del
instrumento que los analiza, las suaves ondulaciones de sus contornos.
Donde se produzca un movimiento, tanto en la piedra como en otro cuerpo
o en la juntura de los mundos, este movimiento, resultante de diversas
fuerzas, se realiza siguiendo una direccion curvilinea.
Para ver las sinuosidades de los arroyos, no es preciso que nos armemos
de un microscopio. El cauce tortuoso y bajo los arboles que le dan
sombra, se desarrolla en circulos, en remolinos, en espirales; las
hierbas del fondo, cabelleras ondulosas, los rizos de la superficie, las
libelulas que revolotean entre los juncos y que se juntan y se separan
para volverse a reunir; los mosquitos que giran en circulos sin fin, el
viento que pasa matizando de obscuro la brillante capa sobre la que
dibuja sus circulares soplos, en todo, en fin, no veo mas que curvas
graciosamente cruzadas, circulos enlazados y figuras de contornos
flotantes. Tal cual lo indican las inmersiones y emersiones sucesivas de
la hoja arrastrada, el agua que baja al fondo remonta en nu
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