amuzas que viene del pie de la
montana.]
EL CAZADOR.
La gamuza ha salvado las rocas,
y sus pies agiles la han llevado lejos
de mi; apenas mi caza me habra proporcionado
en el dia con que hacerme
olvidar mis correrias peligrosas...
?Pero que veo? ?Quien es
este hombre que parece que no es
ninguno de nuestros cazadores, y
que no obstante ha sabido recorrer
estas alturas escarpadas que nuestros
companeros los mas ejercitados son
los unicos que pueden practicarlo?
Sus vestidos anuncian la riqueza;
su aspecto es varonil, y sus ojos son
tan arrogantes como los de un labrador
que sabe que ha nacido libre.
Acerquemonos a el.
MANFREDO.
[Sin haber visto al cazador.]
iEs indispensable el verse encanecer
por las penas; semejante a los
pinos disecados, restos de los destrozos
de un solo invierno, despojados
de su corteza y de sus verdes
hojas! iEs necesario conservar una
vida que no sustenta en mi sino el
sentimiento de mi ruina! ies preciso
recordarme siempre de los tiempos
mas dichosos! iTengo mi rostro
lleno de arrugas, no por los anos,
pero si por las horas y los momentos
mas largos que los siglos! iy todavia
puedo vivir! iCumbres coronadas
del hielo, avalanges que un soplo
puede separar de las montanas,
venid a confundirme! He oido muchas
veces rodar en los valles vuestras
masas destructoras, pero vosotros
no aniquilais sino los seres que
todavia quisieran vivir, las tiernas
plantas de un nuevo bosque, la cabana
o la choza del inocente labrador.
EL CAZADOR.
La niebla empieza a levantarse en
el centro del valle, voy a advertirle
que se baje, se arriesgaria a perder
a un mismo tiempo el camino y la
vida.
MANFREDO.
Los vapores se amontonan al rededor
de los hielos, las nubes se
forman en copos blanquecinos y sulfureos,
semejantes a la espuma que
salta por encima de los abismos infernales,
en donde cada ola burmugeante
va a romperse en la costa en
donde estan reunidos los condenados
como las piedras en la de la mar.
Un vertigo se apodera de mi.
EL CAZADOR
Acerquemonos con precaucion
por temor de no sobrecogerle: parece
que ya titubea.
MANFREDO.
Las montanas se han abierto un
camino al traves de las nubes, y con
su choque han hecho temblar toda
la cordillera de los Alpes, cubriendo
de escombros los verdes valles, deteniendo
el curso de los rios por
su caida repentina, reduciendo sus
aguas en turbillones de vapores y
forzando al manantial a que se
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