_Genesis_, cap. vi, ver. 3 y 4.
5 ..."iAy! cuando un dia el alma se vera finalmente libre
de los lazos odiosos del cuerpo, y no conservara de la
vida material sino lo que le queda a una ligera mariposa
que acaba de romper su prision de invierno; cuando los
elementos se reuniran a los elementos semejantes y que
el polvo ya no sera sino polvo, ?no sentire entonces
realmente todo lo que creo ver: los espiritus aereos, el
pensamiento incorporeo, y el genio de cada parage, cuya
inmortal existencia esperimento algunas veces?"
(Childe-Harold, canto iii.)
En este pasage y en otros muchos, lord Byron manifiesta
el deseo de comunicar con los espiritus, lo mismo que
Manfredo, y de irse lejos del mundo en donde le cuesta
mucho trabajo el marchar por el terreno rastrero de los
pormenores de la vida. Identificandose tambien con el
personage de Manfredo, el poeta pinta con colores muy
vivos, las fuertes agitaciones, las pasiones
turbulentas, y la vuelta contemplativa sobre el destino,
que nos hacen conocer el fondo de su corazon. La musa de
lord Byron ambiciona la gloria de inspirarnos simpatia
con una clase de personas con las cuales nos
avergonzariamos de reconocernos la menor conformidad de
sentimientos. En despecho de nuestras reclamaciones en
favor de los principios de gusto y de moral, el poeta se
apodera de nosotros, por decirlo asi, con la mano de un
genio sombrio, y forzandonos a descender en los secretos
pensamientos de nuestro corazon, nos descubre alli,
admirandonos de espanto, el germen de las negras ideas a
que se abandonan todos sus heroes. Poco le importan las
consecuencias morales, con tal que escite las
agitaciones casi involuntarias que le hacen dueno de la
imaginacion de sus lectores.
En Manfredo, lord Byron parece adoptar al principio bajo
nombres persas, la creencia de los maniqueos que admiten
en el mundo intelectual la oposicion poderosa del
principio del mal, contrariando sin cesar a la eterna
Providencia. Manfredo reconoce sin embargo y fuerza al
mismo Ariman a reconocer la supremacia del dios del
bien, cuando rehusa el doblar la rodilla y proclama un
ser delante del cual deben temblar los genios malignos.
Es una grande concesion la que hac
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