iempre[4]; astro glorioso, tu
fuiste adorado como el dios del
mundo, antes que el misterio de la
creacion fuese revelado; obra maestra
del Todopoderoso, tu fuiste el
primero que regocijastes el corazon
de los pastores caldeos sobre la cumbre
de sus montanas, y el reconocimiento
les inspiro bien pronto los
homenages que te dirigieron; divinidad
material, tu eres la imagen
del gran desconocido que te ha escogido
para que seas su sombra; rey
de los astros, y centro de mil constelaciones,
a ti es a quien la tierra
debe su conservacion; padre de las
estaciones, rey de los climas y de los
hombres: las inspiraciones de nuestros
corazones, y las facciones de
nuestros rostros son la influencia de
tus rayos. No hay ninguna cosa que
iguale la pompa de tu salida, de tu
curso y de tu puesta... A Dios, ya no
te volvere a ver; mi primera mirada
de amor y de admiracion fue para
ti; recibe tambien la ultima: nunca
alumbraras a un mortal, a quien el
don de tu luz y tu calor suave
hayan sido mas fatales que a mi...
Se ha ocultado ... quiero seguirle.
[Manfredo se va.]
ESCENA III.
[Por una parte se ven las montanas y por la otra el
castillo de Manfredo y una torre con una azotea. Empieza
la noche.]
HERMAN, MANUEL _y otros criados de
Manfredo_.
HERMAN.
Es bien estrano que despues de
muchos anos, el conde Manfredo
haya pasado todas las noches en velar
sin testigos dentro de esta torre.
Yo he entrado en ella, no conocemos
todo el interior, pero ninguna
cosa de las que encierra ha podido
instruirnos de lo que hace nuestro
amo. Es cierto que hay un cuarto
en el que ninguno de nosotros ha
entrado; yo daria todo lo que tengo
para sorprenderle cuando se encuentra
ocupado en sus misterios.
MANUEL.
Esto no podria ser sin peligro;
contentate con lo que sabes.
HERMAN.
iAh! Manuel, tu eres sabio y discreto
como un viejo; pero tu podrias
decirnos muchas cosas. ?Cuanto
tiempo hace que habitas este castillo?
MANUEL.
He visto nacer al conde Manfredo;
entonces ya servia a su padre, al que
se parece muy poco.
HERMAN.
Lo mismo puede decirse de muchos
hijos; ?pero en que se diferenciaba
del suyo el conde Segismundo?
MANUEL.
No hablo de las facciones, pero
si del corazon y del genero de vida.
El conde Segismundo era arrogante,
pero alegre y franco: gustaba de la
guerra y de la mesa, y era poco aficionado
a los libros y a la soledad,
no ocupaba las
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