os decrepitos, cubiertos
de sudor y de polvo, rendidos de fatiga, ahogados de
20 calor, respirando apenas, bebian agua en un vaso de vidrio,
que el uno paso al otro despues de mediarlo. Estaban sentados
en sillas viejas de enea. Sus trajes talares, blanco el uno,
y el otro de color de purpura, hallabanse tan sucios y ajados
por resultas de aquella larga caminata, que mas parecian humildes
25 ropones de peregrinos, que ostentosos habitos de principes
de la Iglesia....
Ningun distintivo podia revelarnos cual era Pio VII (pues
nada entendiamos nosotros de trajes cardenalicios ni pontificales),
pero todos dijimos a un tiempo:
30 --iEs el mas alto! iEl de las blancas vestiduras!
Y ?sabeis por que lo dijimos? Porque su companero lloraba
y el no; porque su tranquilidad revelaba que el era martir;
porque su humildad denotaba que el era el Rey.
En cuanto a su figura, me parece estarla viendo todavia. (p48)
Imaginaos un hombre de mas de setenta anos, enjuto de carnes,
de elevada talla y algo encorvado por la edad. Su rostro, surcado
de pocas pero muy hondas arrugas, revelaba la mas
austera energia, dulcificada por unos labios bondadosos que
05 parecian manar persuasion y consuelo. Su grave nariz, sus
ojos de paz, marchitos por los anos, y algunos cabellos tan
blancos como la nieve, infundian juntamente reverencia y confianza.
Solo contemplando la cara de mi buen padre y la de
algunos santos de mi devocion, habia yo experimentado hasta
10 entonces una emocion por aquel estilo.
El sacerdote que acompanaba a Su Santidad era tambien muy
viejo, y en su semblante, contraido por el dolor y la indignacion,
se descubria al hombre de pensamientos profundos y de accion
rapida y decidida. Mas parecia un general que un apostol.
15 Pero ?era cierto lo que veiamos? ?El Pontifice preso, caminando
en el rigor del estio, con todo el ardor del sol, entre
dos groseros gendarmes, sin mas comitiva que un sacerdote,
sin otro hospedaje que el portal de una casa de postas, sin otra
almohada que una silla de madera?
20 En tan extraordinario caso, en tan descomunal atropello, en
tan terrible drama, solo podia mediar un hombre mas extraordinario,
mas descomunal, mas terrible que cuanto veiamos[48-1]....--El
nombre de NAPOLEON circulo por nuestros labios.
iNap
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