spondio el Diablillo:
--Porque es el peor representante del mundo, y hace siempre los demonios
en los autos del Corpus, y esta perdigado[334] para demonio de veras, y
para que haga en el infierno los autores si se representaren comedias;
que algunas hacen estas farandulas, que aun para el infierno son malas.
--Uno he visto aqui--dijo don Cleofas--, entre los demas companeros, que
le he deseado cruzar la cara, porque me galanteo en Alcala una doncella,
moza mia, que se enamoro del viendole hacer un rey de Dinamarca.
--Doncella--dijo el Cojuelo--debia de ser de alla[335]; pero si
quieres--prosiguio--que tomemos los dos venganza del Autor y del
Representante, espera y veras como lo trazo; porque agora quieren
repartir una comedia con que han de secundar en Madrid, y sobre los
papeles has de ver lo que pasa.
Al mismo tiempo que decia esto el Cojuelo, el apuntador de la Compania
saco de un alforja los de una comedia de Claramente[336], que habia
acabado de copiar en Adamuz el tiempo que estuvieron alli, diciendo al
Autor:
--Aqui sera razon que se repartan estos papeles, entretanto que se
adereza la comida y parece el Gueesped.
El Autor vino en ello, porque se dejaba gobernar del tal Apuntador, como
de hombre que tenia grandisima curia en la comedia, y habia sido
estudiante en Salamanca, y le llamaban el Filosofo por mal nombre; y
llegando con el papel de la segunda dama a Ana Maria, mujer del que
cantaba los bajetes y bailaba los dias de Corpus, habiendole dado la
primera dama a Mariana, la mujer del que cobraba y que hacia su parte
tambien en las comedias de tramoya, arrojandole, dijo que ella habia
entrado para partir entre[337] las dos los primeros papeles, y que
siempre le daban los segundos, y que ella podia ensenar a representar a
cuantas andaban en la comedia, porque habia representado al lado de las
mayores representantas del mundo y en la legua[338] la llamaban
Amarilis[339], segunda deste nombre. Esotra le dijo que no sabria mirar
lo que ella con su zapato representaba[340], respondiendole esotra que
de cuando aca tenia tanta soberbia, sabiendo que en Sevilla le presto
hasta las enaguas para hacer el papel de Dido[341] en la gran comedia de
don Guillen de Castro, echando a perder la comedia y haciendo que
silbasen la compania.
--Tu eres la silbada--dijo esotra--, y tu anima[342].
Llegando a las manos y diciendose palabras mayores, y tan grandes, que
alcanzaron a los maridos; y sacando unos con otro
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