Roma te aconseja;
No digan que de plumas que has hurtado
Te has querido vestir, como corneja.
El soneto fue muy aplaudido de toda la Academia, diciendo los mas
noticiosos della que parecia epigrama de Marcial, o en su tiempo
compuesto de algun poeta que le quiso imitar, y otros dijeron que
adolecia[548] del Doctor[549] de Villahermosa, divino Juvenal aragones,
pidiendo el Conde de la Torre a don Cleofas y al Cojuelo que honrasen
aquella junta lo que estuviesen en Sevilla, y que dijesen los nombres
supuestos con que habian de asistilla, como se uso en la Corusca y en la
academia[550] de Capua, de Napoles, de Roma y de Florencia, en Italia,
y como se acostumbraba en aquella. Don Cleofas dijo que se llamaba _el
Enganado,_ y el Cojuelo, _el Enganador,_ sin entenderse el fundamento
que tenian los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia
venidera, nombraron por presidente della al _Enganado_ y por fiscal al
_Enganador,_ porque el oficio de secretario no se mudaba, haciendoles
esta lisonja por forasteros, y porque les parecio a todos que eran
ingenios singulares. Y sacando una guitarra una dama de las tapadas,
templada sin sentillo[551], con otras dos cantaron a tres voces un
romance excelentisimo de don Antonio de Mendoza[552], soberano ingenio
montanes, y dueno eminentisimo del estilo lirico, a cuya divina musica
vendran estrechos todos los agasajos de su fortuna. Con que se acabo la
academia de aquella noche, diviendose los unos de los otros para sus
posadas, aunque todavia era temprano, porque no habian dado las nueve, y
don Cleofas y el Cojuelo se bajaron hacia el Almeda, con pretexto de
tomar el fresco en la Alamenilla[553], baluarte bellisimo que resiste a
Guadalquivir, para que no anegue aquel gran pueblo en las continuas y
soberbias avenidas suyas. Y llegando a vista de San Clemente el Real,
que estaba en el camino, a mano izquierda, convento ilustrisimo de
monjas, que son senoras de todo aquel barrio, y de vasallos fuera del,
patronazgo magnifico de los Reyes, fundado por el santo rey don
Fernando porque el dia de su advocacion gano aquella ciudad de los
moros[554], le dijo el Cojuelo a don Cleofas.
--Este real edificio es jaula sagrada de un serafin, o Serafina, que fue
primero dulcisimo ruisenor del Tejo[555], cuya divina y extranjera voz
no cabe en los oidos humanos, y sube en simetrica armonia a solicitar
la capilla impirea, prodigio nunca visto en el diapason ni en
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