nca han padecido los males de la guerra: a lo menos,
a pesar del flujo y reflujo de los ejercitos en marcha, han acabado por
conservar su independencia primitiva. Bastantes pueblos de la montana,
protegidos por enormes masas de roca unidas unas a otras, han tenido la
felicidad de permanecer libres. Ya saben que no deben unicamente al
heroismo de sus corazones, a la fuerza de sus brazos, a la union de sus
voluntades el no haberse visto esclavizados por sus poderosos vecinos.
Tambien tienen que agradecerselo a los grandes Alpes: esas han sido las
firmisimas columnas que han defendido la entrada del templo.
CAPITULO XVIII
#El cretino#
Al lado de esos hombres fuertes, de esos valientes de solido pecho y
penetrante mirada que trepan con paso firme por las rocas, arrastranse
asquerosas masas de carne viva, los _cretinos_ de pendientes paperas. Y
muchas de esas masas hay que ni siquiera pueden arrastrarse; permanecen
sentados en sillas fetidas, moviendo a un lado y a otro el cuerpo y la
cabeza, cayendoles la baba por los pegajosos harapos. Esos seres no
saben andar, y algunos de ellos no han sabido aprender el arte
primordial de llevarse la comida a la boca: se les da de comer, se les
ceba, y cuando notan que el alimento ingerido baja al estomago, exhalan
ligeros grunidos de contento. Esos son los ultimos representantes de la
humanidad, "cuyo rostro fue creado para contemplar los astros." iQue
enorme intervalo salvado entre la cabeza ideal del Apolo Pitio y la del
pobre _cretino_, de ojos, sin mirada y risa que parece mueca! Mas
hermosa es todavia la cabeza del reptil, porque esta corresponde a su
tipo, y no esperamos verla de otra manera, mientras la cara del idiota
es una forma espantosamente degenerada. A pesar de habernos parecido un
hombre desde lejos, ni siquiera aparece la inteligencia del animal en
sus facciones.
Para mayor dolor, los sentimientos rudimentarios que se revelan en el
ser desdichado, no siempre son buenos. Algunos _cretinos_ son malisimos:
rechinan los dientes, lanzan rugidos feroces, hacen airados ademanes con
los torpes brazos, patean el suelo, y si no se lo impidieran, se
comerian la carne y se beberian la sangre de quienes los cuidan con
abnegacion: nada importa esa rabia a los montaneses, buenos y candidos.
No por eso han dejado de dar a los pobres idiotas el nombre de
_cretinos_, de _crestias_ o de inocentes, figurandose que tales seres,
incapaces de razonar sus actos y de llegar a l
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