en hacer de aquellos lugares terribles el encantador alcazar de sus
felices divinidades. Pero no veian las montanas mas que de lejos:
divisaban sus blancas cimas a traves de desgarradas nubes y se las
figuraban tanto mas bellas cuanto mas salvajes y mas dificiles de
recorrer eran las llanuras de la base. Aquellos montes, separados de la
tierra de los humanos por valladares de infranqueables precipicios, eran
la ciudad de Asgard, en la cual vivian los dioses alegremente, bajo un
cielo clemente siempre, y la gran nube de vapores que surgia de la
cumbre y se extendia en ancho espacio por los cielos, no era una columna
de ceniza, sino el enorme Fresno Idgrasil, a cuya sombra descansaban los
duenos del universo.
CAPITULO XXI
#Los genios#
Lentamente se transforman las religiones. Los cultos del mundo antiguo,
extinguidos al parecer hace tanto tiempo, existen aun, bajo las
exterioridades de nuevos cultos. Han cambiado con frecuencia los nombres
de los dioses, pero el altar sigue siendo el mismo. Los mismos son ahora
los atributos de la divinidad que hace dos mil anos, y la fe que la
invoca conserva la "santa simplicidad" de su fanatismo. En los valles
agrestes del Olimpo, por donde saltaban las bacantes desmelenadas,
murmuran hoy oraciones los monjes. En el santo monte Athos, al cual
adoraban desde la superficie de las rumorosas olas marinos de todas las
razas y todos los idiomas, se alzan 935 iglesias en honor de todos los
santos: el dios de los cristianos ha heredado a Zeus, que habia sucedido
a dioses mas antiguos. Tambien el templo de Minerva, en Siracusa, cuya
lanza de oro saludaban los marineros desde lejos, derramando en las
aguas una copa de vino, se ha convertido en capilla de la Virgen. Todos
los promontorios maritimos y toda cima de colina, toda montana coronada
por un templo, tierra adentro, ha conservado adoradores, aunque haya
cambiado el nombre. Recorre un viajero la isla de Chipre, buscando el
templo de Venus Afrodita. "Ya no la llamamos Afrodita (dice devotamente
la mujer a quien ha interrogado); ahora la llamamos la Virgen
Crisapolita."
Pero no solo han continuado los pueblos cristianos venerando las
montanas santas de griegos y romanos, sino que han extendido a su manera
su culto por todas las comarcas en que habitan. Lo mismo que nuestros
antepasados de los tiempos de la leyenda, antecesores nuestros mas
proximos que vivian en la Edad Media, no podian contemplar la montana
sin que su imagin
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