olo y
reconcentrarnos en la verdad de nuestro pensamiento, alejados de esa
corriente de opiniones vulgares y ficticias que turban y descaminan
hasta a los espiritus mas sinceros.
iQue asombro, que insolita impresion senti en todo mi ser cuando,
traspuesto el umbral del ultimo desfiladero de la montana, me volvi a
ver en la gran llanura de indistintas y fugitivas lontananzas de
ilimitado espacio! Ante mi estaba el mundo inmenso. Podia yo ir hacia el
punto del horizonte al cual me impulsara el capricho, y, sin embargo,
por mas que andaba, me parecia que no cambiaba de sitio, de tal modo
habia perdido la naturaleza que me rodeaba su encanto y su variedad. Ya
no oia el torrente, ya no veia rocas ni nieves; la monotona campina era
la misma siempre. Libres eran mis pasos, y sentiame no obstante mas
prisionero que en la montana. Cualquier arbol, cualquier arbusto
bastaban a ocultarme el horizonte: todos los caminos estaban cerrados en
ambas partes por setos o vallas.
Al alejarme de los amados montes, que parecian huir lejos de mi, miraba
a veces hacia atras para contemplar sus curvas empequenecidas.
Confundianse poco a poco las pendientes en una misma masa azulada:
dejaban de verse las anchas cortaduras de los valles: perdianse las
cimas secundarias: unicamente se dibujaba en el fondo luminoso el perfil
de las altas cuspides. Por fin, la bruma de polvo y de impurezas que se
eleva desde las llanuras me oculto las pendientes bajas: quedaba tan
solo una especie de decoracion cimentada en nubes y a penas podia
encontrar mi mirada alguna de las cumbres pisadas en otro tiempo.
Despues los vapores cubrieron todos los contornos; rodeome por todas
partes la llanura de invisibles limites. Desde entonces quedaba detras
de mi la montana y volvia yo al gran tumulto de los humanos. Pero a lo
menos he podido conservar en la memoria la suave impresion de lo pasado.
Veo surgir nuevamente ante mis ojos el amado perfil de los montes,
vuelvo a entrar con el pensamiento en las umbrosas canadas, y durante
algunos instantes puedo disfrutar apaciblemente de la intimidad con la
roca, el insecto y el tallo de hierba.
FIN
INDICE
Capitulos
I.--El asilo
II.--Las cumbres y los valles
III.--La roca y el cristal
IV.--El origen de la montana
V.--Los fosiles
VI.--La destruccion de las cimas
VII.--Los desprendimientos
VIII.--Las nubes
IX.--La niebla y la tormenta
X.--Las nieves
XI.--
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