montana, cuya punta acogio a los refugiados del diluvio,
no ha cesado de andar por los continentes. Una version samaritana del
Pentateuco sostiene que el arca de Noe se detuvo en el pico de Adan: las
otras versiones afirman que el verdadero pico fue el Ararat; pero, ?que
Ararat es ese? ?Es el de Armenia u otra cualquiera montana, en la cual
hayan sido encontrados por pastores algunos despojos del sagrado barco?
Por todas partes reclaman los pueblos orientales ese honor para la
montana protectora cuyas aguas riegan sus propios campos. Aquel es el
monte desde el cual volvio a bajar la vida a la tierra, siguiendo el
camino de las nieves y el curso de los arroyos. No han faltado pruebas,
por supuesto, para establecer la veracidad de todas esas tradiciones. Se
han encontrado montones de pradera petrificada bajo los hielos y en las
mismas rocas se encontraron huellas enmohecidas de aquellos "anillos del
diluvio" que, segun nuestros modernos sabios, son amonitas fosiles. Por
eso mas de cien montanas de Persia, de Siria, de Arabia, del Asia Menor
se ha indicado como desembarco del patriarca, segundo padre de los
hombres. Tambien Grecia hablaba de su Parnaso, cuyas piedras, lanzadas
al limo del diluvio, se convertian en hombres. Hasta en Francia hay
montanas donde se paro el arca; una de esas cumbres divinas es
Chamechaude, cerca de la gran Cartuja de Grenoble: otra es Puy de
Progne, dominador de las fuentes del Ande.
El mito es, pues, constante; de las altas cimas es de donde han bajado
los hombres. Desde esas fragosidades, trono de la divinidad, ha salido
la gran voz que dicto sus deberes a los mortales. El Dios de los judios
residia entonces en la cumbre del Sinai, entre nubes y relampagos, y
hablaba con la voz del rayo al pueblo reunido en la llanura. Lo mismo
Baal Moloch y todos los dioses sanguinarios de aquellos pueblos del
Oriente se aparecian a sus fieles en la cuspide de los montes. En la
Arabia Petrea, en los paises de Edom y de Moab no hay una altura, una
colina ni una roca que no sostenga su tosca piramide de piedra, sobre
cuyo altar derramaban sangre los sacerdotes para tener propicio al dios.
En Babel faltaba la montana, y se la sustituyo con aquel famoso templo
que debia llegar al cielo. El poeta ha reconstruido aquel gigantesco
edificio, no tal como fue, sino tal como lo imaginaban los pueblos.
La mas alta montana, era un sillar
para aquella granitica muralla.
Con su envidioso odio a los cu
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