a para evitar los obstaculos y apresuraba o acortaba su andar:
formaba con el idiota una pareja, siendo uno el alma y otro el cuerpo.
Cuando pasaron por mi lado el nino me saludo con amabilidad, y empujando
a Caliban con el codo, le hizo quitarse la gorra y volver hacia mi sus
ojos sin expresion. Pareciome, sin embargo, que veia aparecer en ellos
como vislumbre de un sentimiento humano de respeto y de amistad. Yo
salude con una especie de veneracion a aquel grupo conmovedor, simbolo
de la humanidad en su camino hacia lo porvenir.
Abandonado a si mismo, y sin disfrutar otras luces que las del instinto
animal, el _cretino_ puede alguna vez hacer cosas que serian superiores
a la fuerza de un hombre inteligente y consciente de su valer. Me
contaba a veces mi companero el pastor como habia caido en una grieta
del ventisquero, y cuando hablaba de ello, todavia se dibujaba el
espanto en su semblante. Estaba sentado en una escarpa, junto al borde
del ventisquero, cuando al desmoronarse una piedra le hizo perder el
equilibrio, y sin poder valerse resbalo por una hendidura que se abria
entre la roca y la compacta masa de hielo, hallandose de pronto como en
el fondo de un pozo, en el cual apenas vislumbraba un reflejo de la
claridad del cielo. Estaba aturdido, magullado, pero no se habia roto
ningun miembro. Impulsado por el instinto de la conservacion, pudo
agarrarse a la pared de roca y subir de aspereza en aspereza hasta
algunos metros de la boca. El sol, los pastos, las ovejas y su perro
estaban ante su vista, y este le miraba con ardientes ojos. Pero,
llegado a aquel reborde, no podia subir mas el pastor: la roca, lisa por
todas partes, no ofrecia ningun punto de apoyo. El perro estaba tan
desesperado como su amo: acurrucandose de trecho en trecho, al borde del
precipicio, dio algun ladrido corto y luego salio de pronto como una
flecha hacia el valle. Nada tenia ya que temer el pastor, pues sabia que
el perro iria a buscar socorro y pronto volveria con gente provista de
cuerdas. Sin embargo, mientras duro la espera, paso por las horribles
angustias de la desesperacion. Pareciale que el fiel animal no acababa
de volver: se veia ya muerto de hambre en la pena y pensaba horrorizado
en que quiza las aguilas fueran a arrancarle trozos de carne antes de
estar muerto. Y, sin embargo, recordaba lo que, en semejante situacion,
habia hecho un _inocente_. Caido al fondo de una grieta, de la cual le
era imposible salir, el _cretino_ no s
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