de ver las cosas para mejorar nuestras practicas y nuestros
procedimientos en la vida publica? iQuien sabe si la politica se sanea
y se purifica un poco con la presencia y la intervencion de la mujer,
de la misma manera que la presencia de esta en una reunion cohibe en
cierto modo la licencia de las palabras y de la accion de los hombres!
El monopolio ejercido por el hombre sobre las funciones publicas,
ha sido, como otras tantas instituciones ahora desaparecidas, basado
en la fuerza y violencia y con el fin de perpetuarlo se parapeta
detras de la muralla de prejuicios levantada a costa del tiempo y
del orden de cosas establecido, lanzando de alli los dardos de la
satira y del ridiculo contra aquellos que demandan la cesacion de ese
estado de violencia. Asi, ridiculo es la mas fuerte arma que ahora
se esgrime contra la mujer que pretende reclamar justicia y obtener
la reivindicacion de los derechos de su sexo, alguno de los cuales,
como el gobierno de los pueblos, no ha sido negado ni aun en muchas
de las sociedades primitivas.
Por esto, la idea que muchos tienen de la sufragista es muy curiosa. Se
la representa como una mujer que odia los quehaceres de la casa y
esta constantemente fuera de ella, de dia y de noche. La pintura mas
comun es aquella en que la mujer arenga en una especie de asamblea a
algunas de su sexo, mientras su marido se dedica a barrer la casa y
entretener al bebe que llora. Esa es la idea que ha sido vulgarizada
por los cines y revistas y la que esta fijada en la mente de las
muchedumbres que no se paran a reflexionar elevandose por encima de
la superficie de las cosas.
Nada hay, sin embargo, mas lejos de representar la realidad. La
sufragista es una mujer, producto de nuestros tiempos de libertad;
instruida como el hombre, conoce y no rehuye las responsabilidades que
tiene en la familia; pero a la vez esta libre de preocupaciones y cree
sencillamente en el deber de compartir con el hombre los trabajos
concernientes al mejoramiento social, al bienestar publico de la
comunidad en que vive; cree que por lo mismo que en el hogar hay
deberes asignados a su sexo, tiene asimismo deberes que desempenar
en la vida publica. En la vida domestica y familiar no surge ningun
conflicto entre los dos seres por estar repartido el trabajo entre
ambos; no hay motivo tampoco para temer ningun conflicto en la vida
publica si se sabe asignar a cada sexo los deberes que le corresponden
segun su naturaleza.
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