su sexo, se atrevan a acercarse a las
gradas de nuestra Legislatura para llamar la atencion sobre una falta
en nuestros estatutos. Esto me indica que ha nacido y se ha revelado
la conciencia de ese derecho en la mujer filipina y no necesito mas;
no necesito contar el numero y la clase de las que estan en esa
condicion. Rizal en su tiempo al abogar por los derechos politicos de
nuestra raza, estaba con muy pocos companeros; en la mayoria de sus
compatriotas, la conciencia de esos derechos estaba dormida. Pero
mentiria y erraria quien dijera que aun en aquel tiempo la voz de
Rizal no representaba la causa de toda su raza y porque el y los
que con el trabajaban eran muy pocos, no debia prestarse atencion a
sus demandas. El sabia en conciencia que su patria estaba oprimida,
que defendia una causa justa, que abogaba por los derechos de sus
conciudadanos y no se paraba a reflexionar si sus conciudadanos tenian
o no la conciencia de sus derechos.
Estoy satisfecho, por esto, de que las pocas mujeres que ahora hablan
de los derechos de su sexo y reclaman el sufragio representan a las
demas mujeres filipinas, a no ser que queramos inferir el insulto de
decir que las mujeres de este pais estan privadas de sentido comun
para oponerse o rehusar la concesion de derechos que pueden ensanchar
sus medios de vida y sus actividades dentro de la sociedad. Importa
poco que la aspiracion al sufragismo aparezca en su estado inicial
o tenga la forma vaga de una proposicion no definida y concreta:
desde el momento en que ha apuntado esa aspiracion, para mi es que
ha brotado la semilla a flor de tierra y es inutil ahogarla, pues
volvera a brotar. Cuanto mas retrasemos la concesion del sufragio
femenino seria tanto mas en nuestro dano, porque es lo mismo que
impedir que la semilla de ahora se convierta en planta y de a su
sazon apetitosos frutos.
No, nuestro pais no necesita imitar la lentitud con que han procedido
las viejas naciones en reconocer los derechos de la mujer. No tenemos
sus tradiciones, no tenemos sus preocupaciones para ir por lentas
evoluciones y no por subitas revoluciones. Debemos admitir todas las
revoluciones pacificas de ideas que condensan, como el vapor la gota
de lluvia, una formula de justicia social. Lo mismo que admitimos los
ultimos inventos en mecanica, industria y artes, los automobiles, las
maquinarias centrales, los aeroplanos, debemos admitir los ultimos
progresos en instituciones sociales y politicas de las
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