subi a un hidroplano para experimentar la sensacion
de un viaje por las alturas, tenia--?como no decirlo?--cierta
aprension, algo asi como un vago temor a lo desconocido, a lo nuevo,
pero pasados los primeros momentos con felicidad me senti perfectamente
confortado y dichoso de sondear los espacios y escudrinar los
magnificos paisajes que se presentan a los ojos desde la altura. iOh,
que hermosura nadar en la luz, cabalgar sobre las nubes y el viento,
divisar el panorama de las ciudades, de las viviendas humanas como
un mapa de relieve sobre el fondo de cristal de las aguas, cruzar
distancias enormes en minutos, en instantes de un modo imperceptible,
emular en todo al pajaro y como el pajaro aterrizar de repente
sin fatiga y sin sufrimiento! Una vez terminado el viaje es cuando
comprendi que mi aprension y mi temor carecian de fundamento, que
no envolvia mas riesgos el volar por los aires en un aeroplano como
el correr a campo traviesa en un automovil y me hice cargo de las
innumerables ventajas que se pueden sacar de este aparato, producto
tambien de nuestros tiempos, destinado a revolucionar no solo los
medios de guerra sino tambien las artes de la paz.
Lo mismo pasa con las nuevas formulas, con las innovaciones en el
orden moral y politico. No se las adopta sin ese instintivo temor, esa
vaga aprension que produce lo nuevo y lo desconocido. Se oye hablar
mucho de sus peligros e inconvenientes para el orden establecido. Se
cree poco menos que se desquiciarian las esferas del firmamento y
que el eje del mundo se romperia en pedazos. Luego, despues que la
innovacion se ha admitido, se encuentra que parece lo mas natural
y logico porque las cosas siguen su curso normal, las estrellas
ruedan y brillan lo mismo que antes en el azul y las montanas altas
no se vienen abajo. Se sienten renacer el animo y la esperanza,
las muchedumbres se avienen con el nuevo estado de cosas y los mas
recalcitrantes se lastimarian si se les propusiera que se volviese
el antiguo estado. Asi ha ocurrido en nuestro pais. Asi se ha hecho
siempre el progreso y asi marchara siempre par nuevos caminos.
Es preciso que tomemos la resolucion de vencer nuestros temores y
escrupulos. Si hablaramos del aeroplano solamente por el numero de
aviadores que han perecido, no admitiriamos nunca esa invencion. Es
preciso que nos embarquemos en el para probarnos a nosotros mismos que
nuestros temores y preocupaciones carecen de fundamento. No hay que
perder de
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