a siente
como un fulgor de adivinacion. Es Don Farruquino_.
EL CAPELLAN
iAh!... Sacrilego, te habia reconocido.
DON FARRUQUINO
Silencio.
EL CAPELLAN
iNo bastaba el saqueo de la casa!
DON FARRUQUINO
Silencio.... Hablaremos donde no este mi padre.
EL CAPELLAN
?Como osaste tan impio latrocinio? ?Como has entrado en este sacro
recinto? iHabla!
DON FARRUQUINO
Quise dar paz a mi conciencia.
EL CAPELLAN
iCon un sacrilegio!
DON FARRUQUINO
Impidiendo que otros lo cometiesen. Sabia de cuanto mis hermanos son
capaces, y entre aqui para impedirlo....
EL CAPELLAN
?Donde estan las alhajas de la capilla?
DON FARRUQUINO
Ya habian sido robadas....
EL CAPELLAN
iNo mientas, perverso!
_El Caballero desciende las gradas del presbiterio y avanza algunos
pasos en la oscuridad de la capilla. La procer figura, que tiene la
vaguedad de un fantasma, parece crecer bajo la nave, y su vos resuena
impregnada de grave tristeza, de una tristeza de patriarca y de
guerrero. Los dos clerigos callan_.
EL CABALLERO
?Por que te escondes, mal hijo?
DON FARRUQUINO
No me escondo, senor.
EL CABALLERO
?Temes mi justicia?
DON FARRUQUINO
Quien esta sin culpa, nada teme.
EL CABALLERO
iHas apagado la unica luz que ardia sobre la sepultura de tu madre!
DON FARRUQUINO
Si mi padre lo dice, sera verdad.
EL CABALLERO
Eres solapado en las palabras como en las obras. iDefiendete, al menos!
DON FARRUQUINO
Dios Nuestro Senor ha elegido mi cabeza inocente para que sobre ella
caigan las culpas de otros.
EL CABALLERO
A mi no puedes enganarme... Llega y ayudame a levantar la sepultura...
No tardare en morir, y si tardase os faltaria paciencia para esperar...
Porque no acabeis en la horca he pensado repartiros mis bienes. Me
heredareis en vida... Llega y ayudame... Si tienes hijos, ellos me
vengaran... Los votos no te impediran tenerlos. Llega para que podamos
levantar la losa.
EL CAPELLAN
Vamos, alma de Faraon.
DON FARRUQUINO
No reconozco a Don Juan Manuel.
EL CAPELLAN
Tiene razon, cuando dice que va a morir.
_Se llegan al presbiterio, se mueven vagarosos alrededor de la
sepultura, tantean, se encorvan, y en silencio, con una rodilla en
tierra, en un tacito acuerdo, comienzan a levantar la losa. Se les oye
jadear. Cuando aparece el hueco negro, pestilente, humedo, el viejo
linajudo se inclina sobre el, y solloza con un sollozo sofocado y
terrible de leo
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