a frente, los blancos dientes que asomaban
entre sus labios rojos,--todo en ella era bello. iAh, cuanto la amaba! A
mi pregunta contesto con un rubor que la hacia mas encantadora todavia:
--Cuando empieza la proxima cosecha nos casaremos, si es que no te toca
ir al servicio del rey.
[Illustration]
Llego la epoca de las quintas. Llego mi turno y saque el numero mas
alto. Pero Vicente, mi mejor amigo, tuvo la mala suerte de salir de
soldado. Le halle llorando y diciendo:
--iMadre mia, mi pobre madre!
--Consuelate, Vicente, yo soy huerfano, y tu madre te necesita. En tu
lugar me marchare yo.
Cuando fui a buscar a Dolores bajo el peral, encontrela con los ojos
humedecidos de lagrimas. Nunca la habia visto llorar, y aquellas
lagrimas me parecieron mucho mas bellas que su adorable sonrisa. Ella me
dijo:
--Has hecho muy bien; tienes un corazon de oro. Vete, Jaime de mi alma;
yo esperare tu regreso.
--iPaso redoblado! iMarchen!
Y de un tiron nos metimos casi en las narices del enemigo.
--iJaime, mantente firme y no seas cobarde!
Entre las densas nubes de humo negro que oprimian mi pecho descubri
las relucientes bocas de los canones enemigos, que clamaban a la vez,
produciendo grandes destrozos en nuestras filas. Por dondequiera que
pasaba, se deslizaban mis pies en sangre aun caliente. Tuve miedo y mire
atras.
Detras estaba mi patria, el pueblo y el peral cuyas flores se habian
convertido en sabrosas frutas. Cerre los ojos y vi a Dolores que rogaba
a Dios por mi. No tuve ya miedo. iHeme aqui hecho un valiente!
--iAdelante!... ifuego!... ia la bayoneta!
--iBravo, valiente soldado! ?Como te llamas?
--Mi general, me llamo Jaime, para servir a vuestra senoria.
--Jaime, desde este momento eres capitan.
iDolores! Dolores querida, vas a estar orgullosa de mi. Habiendo
terminado la campana victoriosa para nosotros, pedi mi licencia.
Henchido el pecho de gratas ilusiones emprendi mi viaje. Y aunque la
distancia era larga mi esperanza la hizo corta. Ya casi he llegado. Alla
abajo, tras de ese monte, esta mi pais natal. Al pensar que pronto las
campanas repicaran por nuestra boda empiezo a correr. Ya descubro el
campanario de la iglesia, y me parece oir el repicar de las campanas.
En efecto, no me engano. Ya estoy en el pueblo, pero no veo el peral.
Me fijo mejor, y noto que ha sido cortado, segun parece, recientemente,
pues en el suelo y en el sitio donde antes estaba aparecen algunas ramas
y flo
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