pocos momentos da este
una media vuelta, y izas! me cuelo en el cielo. Daba yo ya las gracias a
Dios por haberlo hecho, porque dentro estaba uno como en la gloria.
De repente le da la gana al portero de contar los que estaban en la
porteria, y nota que le falta uno.
--Uno me falta,--grita hecho un soliman.
--Y apuesto una oreja a que es ese madrileno.--Entonces veo que llama a
unos musicos que habia alrededor de Santa Cecilia, y ellos pasan a la
porteria. Algunos minutos mas tarde oigo que tocan "salida de toros", y
yo, bruto de mi, olvidando todo y creyendo que hay corrida de toros
en la porteria, salgo como una saeta a verla. El portero, soltando la
carcajada, me dio con la puerta en los hocicos, diciendome:--Vaya Vd.
al infierno, que aficion a los toros como la de Vd. no tiene perdon de
Dios.
Ambos continuaron su camino; el tio Paciencia el del cielo, que era
cuesta arriba, y el tio Mamerto el del infierno, que era cuesta abajo.
No habia andado largo rato cuando tropezo con el tio Macario, que venia
tambien del cielo y marchaba con la cabeza baja. Los dos amigos se
abrazaron conmovidos.
--?Tu por aqui, Paciencia?--dijo el tio Macario.--?Adonde vas?
--?Adonde he de ir? Al cielo.
--Dificil sera que entres.
--?Porque?
--Porque es muy dificil entrar alli.
--?Y cual es la dificultad?
--Escucha, y veras. Llegamos otro y yo a la puerta, llamamos, y sale el
portero.--?Que quieren Vds.? nos pregunta.--?Que hemos de querer sino
entrar?--contestamos.--?Es Vd. casado o soltero?--pregunta el portero
a mi camarada.--Casado, contesta el.--Pues pase Vd., que basta ya esta
penitencia para ganar el cielo, por gordos que sean los pecados que se
hayan cometido.--Estuve yo para colarme dentro detras de mi companero,
pero el portero, deteniendome por la oreja, me pregunta:--?Es Vd. casado
o soltero?--Casado, dos veces.--?Dos veces?--Si, senor, dos veces.--Pues
vaya Vd. al limbo, que en el cielo no entran tontos como Vd.
Cada uno seguia su camino. Al fin el tio Paciencia diviso las puertas
del cielo, y se estremecio de alegria, considerando que estaba ya a
medio kilometro del mundo donde todos los hombres eran iguales. Cuando
llego a la porteria vio que no habia en ella un alma. Fue a la puerta y
dio un aldabazo muy moderado. Aparecio en un ventanillo al lado de la
puerta el portero que pregunto:--?Que quiere Vd.?
--Buenos dias, senor--contesto el tio Paciencia con la mayor humildad,
quitandose el sombrero--q
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